Este episodio es una conversación en torno a los bajos fondos, sus representaciones y su lugar en el imaginario. Hablamos, pues, de una realidad sobre la que nos preguntamos si es tan real como parece.
Algunas referencias que salieron en el programa:
Dominique Kalifa, Los bajos fondos: historia de un imaginario; Neil Smith, La nueva frontera urbana: ciudad revanchista y gentifricación; Charles Dickens, Historia de dos ciudades; Victor Hugo, Los miserables; Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra; Valle-Inclán, Luces de bohemia; Ann Radcliffe, Los misterios de Udolfo; Bronislaw Geremek, La estirpe de Caín; Anónimo, Liber Vagatorum; Juan Luis Vives, El tratado del socorro de los pobres; César González, El fetichismo de la marginalidad; Jack London, El pueblo del abismo; George Orwell, Vagabundo en París y Londres; Mike Davis, Planeta de ciudades miseria; Lewis Mumford, La ciudad en la historia; las películas Bajos fondos, Casque d’or, Togo y Viridiana.
Si el oyente quiere conocer más sobre estas referencias, la fecha, la editorial o, en un terreno más personal, cómo llegamos hasta ellas, puede escribirnos a naufragioenmarcha@proton.me
Editorial
Por ahí no pases, que te van a robar. A estas horas hay barrios que se ponen un poco densos. No te busques problemas, andá a pasear por un lugar tranquilo, y tempranito, si es posible, que las personas peligrosas duermen. Pero la gente quiere tener «su propia experiencia». Y le arrebataron, como era natural, la más linda de sus propiedades. No hablo de una cosa jurídica. Escribe sobre ella Henri Michaux:
Estas propiedades son mis únicas propiedades y en ellas vivo desde mi infancia, y puedo decir que son pocos lo que poseen unas más pobres.
Volvió tarde, con el cuerpo entero y sin heridas. Tenía poca hambre porque ahí había encontrado una panadería que tenía masacotes de agua, azúcar y harina parecidos a los de la esquina de casa, tal vez un poco más llenos de aire, quizás más resecos. El viaje, eso sí, había sido un caos, por el contraste entre la excesiva quietud de la espera en la estación -como un 20 por ciento de batería del teléfono, unos cuantos datos en videos sobre un australiano que hace arquitectura con un palo y un río- y el temblor que, según la perspectiva, tendría su fuente en los accidentes del pavimento o en los amortizadísimos resortes del 503. Se bajó del autobús, caminó un rato para llegar, le sorprendió ver a un viejo conocido, charló diez minutos, recorrió una barbaridad de calles y se volvió. Nada había sucedido, pero ningún recaudo había sido suficiente. Como siempre, el que quería hacer su propia experiencia engrosa ahora las filas de los que advierten al inexperiente. El que no puede dar mal ejemplo da buenos consejos. En el barrio chungo lo habían desvalijado y al mismo tiempo no se había librado de ningún peso, el transporte público trajo los mismos 73 kilos de humanidad civilizada y zapatillas y cacharros y mochila con libro, tickets arrugados y repelente para los mosquitos. Fue el robo más sutil, sin ejecutores, sin que medie la fuerza ni el salvajismo, sin navajas ni pistolas, sin trileros ni cuentos, sin contacto físico ni intercambios, nuestro héroe perdió, en cambio, cada una de las representaciones, personajes y estrafalarias situaciones que se había figurado para una noche de paseo por los bajos fondos.
Esto lo hicimos Juanma Agulles, Sebastián Miras y Pedro Coiro. La canción con la que abre el programa es de Boris Garcés.